Michael Jordan es una leyenda del baloncesto y el deportista más rico de todos los tiempos. A pesar de estos impresionantes éxitos, hay otra cara de la moneda. Además de haber protagonizado varios escándalos amorosos, como su divorcio de la modelo Juanita Vana, que le costó un pago de 168 millones de dólares, Jordan también ha sido conocido como un gran aficionado al juego.
A pesar de la imagen idealizada que admiran todos los niños y adolescentes de finales del siglo pasado, Michael Jordan tiene una serie de defectos importantes. Una de ellas es la adicción al juego. La prensa estadounidense no deja de hablar de varias historias emblemáticas, de las que el jugador de baloncesto se convirtió en héroe en el pasado. Uno de ellos fue compartido por su compañero de equipo Antoine Walker.
La amistad y las salidas conjuntas de Walker y Jordan fueron muy activas en los años 90. Las estrellas emergentes no escatimaron en gastos de juego, realizando fabulosas apuestas. El miedo a perder y el sentido de la proporción rara vez estaban presentes en ese momento. Walker contó una historia fascinante en la CBS sobre una partida que tuvo lugar en un restaurante y duró 36 horas. La apuesta mínima en ese momento era de 20.000 dólares.
A medida que los jugadores se involucraban más y más, las apuestas aumentaron decentemente y eventualmente llegaron a la marca de 900.000 dólares. Durante un tiempo, Michael y Antoine, que formaban pareja para jugar a las picas (un juego de cartas muy conocido en Estados Unidos), llegaron a perder. Sin embargo, lograron recuperar la victoria, pero perdieron la última apuesta de 20.000 dólares. Jordan pretendía recuperarlo, pero no lo consiguió. La pérdida de los chicos fue de 180.000 dólares. Curiosamente, Walker atribuyó el fracaso al cansancio de Michael, que literalmente «se quedó dormido en la mesa».
Otra historia impresionante en cuanto a las apuestas de Jordan está relacionada con la ex presentadora de la MTV Lisa Kennedy Montgomery. En sus memorias, la joven decidió relatar los hechos ocurridos en 1995. El presentador tuvo un encuentro con Michael y otro jugador de baloncesto en un bar de Nueva York. Según Lisa, Jordan sacó los dados durante la cena y se ofreció a jugar. Su apuesta sonada era una noche de fiesta con Kennedy.
La chica especifica que la seriedad del atleta ni siquiera estaba en su mente, lo que la asustó mucho. En ese momento tenía 23 años y no había tenido relaciones íntimas anteriormente. La historia de la niña conmovió al público. Según ella, consiguió cambiar la apuesta, porque la perspectiva de tener sexo con un hombre extraño no le atraía en absoluto. Además, Jordan ya estaba casado, lo que también le recordaba a él.
Completa las «aventuras» de juego de la legendaria historia del baloncesto que ocurrió en 1993. El partido decisivo de las Finales de la NBA iba a tener lugar. Los Bulls de Chicago y los Knicks de Nueva York fueron sus rivales. En la víspera del gran evento, Jordan decidió visitar un casino en Atlantic City. Se sentó allí hasta altas horas de la noche, arriesgando su fortuna. Y eso sin contar que al día siguiente tenía un partido crucial. Esto no hace más que confirmar la insana adicción del deportista al juego.